La Basílica de Majencio o de Majencio y Constantino (en latín, Basilica Maxentii et Constantini), a veces conocida como Basilica Nova («basílica nueva»), es un antiguo edificio que se encuentra en Roma, Italia. Fue comenzada por el emperador romano Majencio a principios del siglo IV y terminada por Constantino I, vencedor de Majencio. Este monumento es el último y más grande edificio de la época imperial construido en esta parte de Roma, en el corazón de la ciudad. Es probablemente, en volumen, la sala más grande construida en la Antigüedad.
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En las fuentes antiguas a la basílica se la llamaba Basilica Nova, Basilica Constantini o Basílica Constantiniana.
La construcción comenzó en el lado septentrional del foro bajo el emperador Majencio a principios del siglo IV (308-312), pero no fue terminada hasta el año 312, después de que Constantino derrotara a Majencio en la batalla del puente Milvio. Constantino no sólo terminó la edificación, sino que también lo modificó. El edificio se erigió cerca del templo de la Paz, en aquella época probablemente abandonado, y del templo de Venus y Roma, cuya reconstrucción fue una de las intervenciones urbanísticas de Majencio.
Tanto las excavaciones, como la planta de la Forma Urbis Severiana han demostrado que en este punto se alzó antiguamente un gran complejo utilitario de la época de Domiciano, simétricamente contrapuesto a otro análogo que se alzaba al otro lado de la Sacra via summa (ampliamente destruido durante las excavaciones del siglo XIX porque lo confundieron con una construcción medieval). Una parte de este edificio más antiguo estaba ocupada por los Horrea piperiana, los almacenes de pimienta y de las especias.
Todo lo que queda hoy de la basílica es la nave septentrional con sus tres bóvedas de cañón hechas en hormigón. La nave lateral meridional y la central quedaron probablemente destruidas por el terremoto de 847. La posteridad arquitectónica de la basílica de Majencio es inmensa, y se inició ya en esta época: en el siglo XI se realizó una copia a escala 1/5, en el atrio de la abacial de San Valeriano y San Filiberto de Tournus. En 1349 la bóveda de la nave se derrumbó en otro terremoto.
En el siglo XV se recuperaron fragmentos de mármol de la basílica, y hoy se conservan en el patio del Palacio de los Conservadores. En el Renacimiento, fue admirada por todos los grandes arquitectos y copiada para la nave de la basílica de San Pedro del Vaticano. La única columna que sobrevivió al terremoto, la llevó el papa Paulo V a la plaza de Santa María la Mayor en 1613, para erigir la columna de la Paz, donde se encuentra aún hoy en día.
Basílica de Majencio (fecha: año 306). El último y más grande edificio de la Roma imperial. Foto:
Cultura/estilo: Antigua Roma. País actual: Italia.
La Antigua Roma es tanto la ciudad de Roma como el Estado que fundó en la Antigüedad. La idea de la Antigua Roma es inseparable de la cultura latina. Se formó por una agrupación de pueblos en el siglo VIII a. C. y dominó el mundo mediterráneo y la Europa Occidental desde el siglo I hasta el V mediante la conquista militar y la asimilación de las élites locales. Su dominio ha dejado importantes huellas arqueológicas y numerosos testimonios literarios. Todavía hoy da forma a la imagen de la civilización occidental. Durante estos siglos, la civilización romana pasó de una monarquía a una república oligárquica y luego a un imperio autocrático.
La imagen de una ciudad en continuo progreso no se corresponde plenamente con la complejidad de los hechos. Su historia no ha sido de crecimiento continuo: el progreso (a ritmos muy diferentes) ha sido seguido por el estancamiento y a veces incluso el retroceso. Pero los romanos lograron resolver las dificultades internas nacidas de la conquista bajo la República transformando sus instituciones republicanas. La fundación del Imperio por Augusto marcó el inicio de un período en el que la conquista romana alcanzó los límites del mundo conocido en aquel tiempo. La civilización romana, en parte influida por los griegos, tuvo una influencia duradera en las regiones conquistadas. A partir del siglo III, el mundo romano sufrió las grandes invasiones de los bárbaros del norte de Europa y Asia. Para resistirse a ellos, el Imperio necesitaba crear una nueva estructura burocrática y militar. En este marco se produjo la renovación del siglo IV, así como el establecimiento del cristianismo como religión del Estado. Después de la separación de Oriente y Occidente en el año 395, nuevas invasiones terminaron con el Imperio de Occidente en el año 476.
Presa de la inestabilidad interna y de los ataques, principalmente, de los pueblos germánicos, la parte occidental del Imperio (que incluía Hispania, Galia, Britania, África del Norte e Italia) se dividió en reinos independientes a finales del siglo V. La parte oriental del Imperio, gobernada desde Constantinopla (que incluía Grecia, Anatolia, Siria y Egipto) sobrevivió a esta crisis. A pesar de la pérdida de Siria y Egipto por el naciente imperio árabe-islámico, el Imperio oriental continuó desarrollándose hasta que fue finalmente destruido por el Imperio otomano. Este imperio medieval y cristiano, llamado Imperio romano por sus habitantes, pero que los historiadores modernos llaman Imperio bizantino, es la última etapa evolutiva, sin interrupción en el poder imperial y la administración del Imperio romano.